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miércoles, 15 de octubre de 2008

CADA MAÑANA

Cada mañana, al despertar,

te ofrezco el nuevo día,

Padre Bueno,

y me entrego en tus manos

con alegría y confianza

sabiendo

y rezando desde adentro

que lo importante es buscar

el Reino de Dios y su justicia;

lo demás,

lo darás por añadidura.

Ayúdame a vivir este día

abierto a las necesidades

de los demás.

Haciéndome prójimo

de aquellos

que necesitan

y que crucen mi camino.

Dame un corazón abierto

sensible a los dolores

y a los sufrimientos.

Que me comprometa,

decidido,

en la práctica del amor

y la justicia.

Que no sienta

más seguridades

que tu aliento y tu presencia

en el camino difícil

del amor verdadero,

aquel que construye

vida y libertad

para quienes se les niega

la libertad de hijos de Dios

Dame hambre y sed

de justicia nueva.

Quiero sumarme

al trabajo por el Reino

siguiendo tus opciones,

transmitiéndolas

con la vida

y el ejemplo cotidiano.

Que cada nuevo día

sea un paso adelante

en el camino al Reino.

No dejes que me atrape

el individualismo

descarnado

que hoy es moda.

Que no se endurezca

mi corazón

con falsas justificaciones

y prejuicios.

Que el consumismo

y la indiferencia

no ahoguen mis ganas

de servir a los demás

en todo tiempo

y en todo sitio.

Dame hambre y sed

de tu Palabra liberadora,

la que sacude desde adentro

y cambia la vida

en gestos concretos.

Dame constancia y empuje

para llevar adelante

los proyectos y propuestas

que me vayas presentando.

Dame Señor tu mirada

para que pueda ver claro

por donde pasa el Evangelio

en nuestro tiempo.

Te doy gracias, Señor,

por este nuevo día.

Acompáñame

en cada momento,

ayúdame a crecer en el amor

y la entrega a los demás.

Ilumina mis decisiones

y abre mi corazón

y mis manos

para que pueda transmitir

tu gran amor

a través de gestos y actitudes

de servicio generoso

a mis hermanos.

Marcelo A. Murúa

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