DEL EVANGELIO DE JUAN (3, 16-18)
Dijo Jesús a Nicodemo:
- Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único, para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna.
Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el
mundo se salve por él.
El que cree en él no será condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios.
Creo que Dios es mi Padre,
mi médico, mi libertador
el que lo crea todo para bien,
el que trabaja sin descanso por sus hijos.
Creo más que a mi ojos a su Palabra,
Jesús, el Hombre lleno del Espíritu,
en quien reside la divinidad plenamente ,
que puso su tienda entre nosotros
y es luz, camino y verdad,
que es agua, pan y vino,
nacido de María,
muerto y resucitado,
vivo para siempre junto a Dios,
primogénito de todos sus hermanos.
Creo en el Viento de Dios,
porque lo he visto brillar en Jesús
y lo sigo viendo en la Iglesia.
Por Jesús y por su Espíritu
creo en el perdón, creo en la humanidad,
creo que en la Iglesia está el Espíritu,
creo que la vida es eterna,
y la espero para mí y para todos,
por el poder y la bondad del Padre manifestada en Jesús, nuestro Señor.
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