Ven siempre, no te alejes de nosotros,
Espíritu Santo consolador.
Ven a los que te conocen
y quédate con ellos
para que no se adormezcan.
Ven a los que no te conocen
y ábreles la puerta de toda gracia y de todo don.
Quédate siempre actuando en tu Iglesia.
Ven al pecador para que se convierta,
ven a todo hombre,
ven al mundo.
Sin tu aliento
la vida es muerte viviente.
Nada hay puro y santo sin ti.
Sin ti no hay virtud posible.
Sin ti la relación se convierte en alejamiento.
Sin tu divina suavidad
la vida se enrudece y agobia.
Ven a dibujar en cada corazón
la imagen de Jesús.
Danos los siete dones.
Danos la infinita variedad de dones,
que tú regalas según el hombre los necesita.
Ven, dulce huésped de todo corazón puro y humilde.
Ven a poner orden en el corazón del hombre.
Sin ti el dolor nos vence,
se hace cerrado el misterio y nos abruma.
Sin ti el placer y la felicidad se hacen egoístas,
y nuestro pobre espíritu se desmorona.
Ven, Espíritu Santo:
guía del hombre, amigo del hombre, fortaleza del hombre,
y haznos rebosar de tu belleza y suavidad infinita.
Clemente Arranz Enjuto
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