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martes, 26 de febrero de 2008

SALMO 24

A ti, Señor, elevo mi alma,

Dios mío, yo pongo en ti mi confianza;

¡que no tenga que avergonzarme

ni se rían de mí mis enemigos!

Ninguno de los que esperan en ti

tendrá que avergonzarse:

se avergonzarán los que traicionan en vano.

Muéstrame, Señor, tus caminos,

enséñame tus senderos.

Guíame por el camino de tu fidelidad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,

y yo espero en ti todo el día.

Acuérdate, Señor, de tu compasión y de tu amor,

porque son eternos.

No recuerdes los pecados ni las rebeldías de mi juventud:

por tu bondad, Señor, acuérdate de mi según tu fidelidad.

El Señor es bondadoso y recto:

por eso muestra el camino a los extraviados;

él guía a los humildes para que obren rectamente

y enseña su camino a los pobres.

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,

para los que observan los preceptos de su alianza.

¡Por el honor de tu Nombre, Señor,

perdona mi culpa, aunque es muy grande!

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