de haber nacido y de crecer.
Y haz que cada día, cada hora,
cada momento sean nuevos para ti.
Sé consciente de los límites
de tu oficio de ser persona.
Acéptate como eres
pero sueña con lo que puedes ser
y trabaja para llegar a serlo.
Evita en tu vida las contradicciones.
Sé sincero y transparente.
Y sobre todo, sé libre:
obra con la libertad de los hijos de Dios,
esa de quienes no tienen nada que perder
ni nada que ganar y, a la vez, todo que hacer.
Comparte cuanto tienes con los hermanos:
regala tu tiempo y tu alegría,
contagia tu ilusión y tu esperanza,
siembra siempre el buen humor.
No envidies la suerte de nadie
ni te dejes corroer por la envidia.
Tú, en cambio, sé generoso y desprendido
en ideas, acción y corazón.
Conserva tu capacidad de asombro
ante todo lo creado.
Vive cada nuevo día
como si fuera el primero,
como si fuera el único,
como si fuera el último.
Herminio Otero
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