Hernández defiende que “los comités de bioética no deciden ningún tratamiento, sino que son un órgano consultivo donde se aprueba un dictamen orientativo, y, lógicamente, dejar fuera la dimensión espiritual del enfermo sería un error”. El capellán del Gregorio Marañón resalta que no se trata de cubrir puestos, sino de aportar y garantizar la espiritualidad de las personas: “En muchos hospitales no hay sacerdotes en el comité de bioética por no tener la formación adecuada. Además, en ellos no se trata de sumar votos, sino de unir sensibilidades hasta llegar a un acuerdo común”, señala Víctor Hernández.
Lo cierto es que la polémica oculta la trascendente labor que realizan los capellanes hospitalarios, convirtiéndose en auténticos médicos del alma, y que Vida Nueva quiere poner de relieve. Un día para Víctor Hernández comienza “a las 8 de la mañana dando la comunión a los enfermos que la han solicitado. Después realizo la ronda, visito a los pacientes y a los controles de enfermería deseando los buenos días. A las 11 tiene lugar la eucaristía, a la que acuden principalmente familiares de enfermos y personal del hospital. Luego sigo la ronda acercándome a aquellos pacientes que requieren mis servicios”.
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