Sin embargo, “nos contentamos con una visión caricaturesca negativa de la Iglesia católica sobre este asunto, únicamente a través de la ventana del preservativo”, lamentaba la Hermana María Martinelli, misionera comboniana, en declaraciones recogidas por el diario francés La Croix.
Este Foro fue organizado por la Unión de Superiores Generales (USG) y la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG) para visibilizar la relevancia de los religiosos y religiosas en este asunto y para que ellos mismos pudieran compartir experiencias y no quedarse con la sensación de que están solos en su lucha.
Porque uno de los puntos que han quedado de manifiesto es la falta de apoyo que sufren. Por ejemplo, aunque las congregaciones cubren el 26,7% de todos los servicios relacionados con la ayuda a los pacientes y a la población en general, sólo reciben un 5% del Fondo global para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria de la ONU (que asciende a casi 10.000 millones de dólares).
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